- por Tina Gardella para el Diario del Juicio
La
pregunta del presidente del Tribunal, que se repite en las últimas audiencias,
cierra cada testimonio. La respuesta no se hace esperar. Se enhebran pedidos de
justicia, alguno que otro dato olvidado, más las exigencias y urgencias,
descontando que el castigo estará, en
saber qué hicieron y dónde están los restos de sus seres queridos.
Pero
esa trama deja ver, todo lo que de político tiene el juicio. Esas últimas
expresiones de quienes testimonian, están atravesadas y da cuenta de lo que se
espera de las instituciones. Tema no
menor porque a ellas se refieren a lo largo del relato, pero taxativa y
explícitamente, cuando se les requiere lo que desean agregar.
“Esta provincia, tan difícil, ha logrado que este momento llegue”, dice al
final María Rosa, quien tiene su marido desaparecido. Secuestrado en Santiago
del Estero, fue visto en Arsenales. En su relato desentraña los múltiples e
incansables contactos en Buenos Aires, Tucumán y Santiago del Estero para saber
de su paradero; contactos llenos de “institucionalidad”,
jerarquías, rangos e impunidad; contactos militares, eclesiásticos,
profesionales, académicos que representaban, cada uno desde su lugar, a instituciones que definían o se suponía
que podían influir, en las decisiones en las que se jugaba la vida de tantos.
El plan sistemático arrasó con esas posibilidades. Pero como una institución es un nivel de realidad
social que define cuánto está establecido, cuáles son las ideas, valores,
creencias, leyes que determinan las formas de intercambio social, María Rosa habla
en conjunto de “esta provincia tan
difícil” para dar cuenta de la fuerza de lo instituido como aquello que está establecido en normas y valores
dominantes, en roles que garantizaron la impunidad.
“La única manera de seguir soportando esta
terrible ausencia, es que nos digan no sólo donde está para allí derramar
nuestras lágrimas y flores, sino que la justicia llegue incluso a quienes como
institución debían velar por sus estudiantes y no lo hicieron”, expresa
Felicidad María Victoria, hermana de Juan, estudiante de Bioquímica de la
Universidad Nacional de Tucumán, secuestrado al rendir un examen, desde el
interior de la Facultad. El reclamo a la universidad lo hace no sólo por su
condición de institución que debía
proteger a sus estudiantes y profesores, sino por la condición de dirigente público de su hermano,
fundador como tantos otros jóvenes universitarios de otras “institucionalidades” posibles.
Marta,
que tiene a toda su familia
desaparecida, también testimonia destacando la institucionalidad de las prácticas que representaban actividades
públicas con orientación política, tanto desde el periodismo como desde lo
gremial. Y argumenta que “precisamente es
el carácter de lo público de las actividades, es decir, lo político, lo que explica la terrible persecución sufrida”.
A la pregunta por si desea manifestar algo más, contesta elevando la fotografía
de su familia, de cara a los imputados y dando cuenta de cuán presentes están,
porque lo político no ha dejado de ser público y lo público ha reforzado lo
político.
“La fuerza de la vida está de este
lado”
dice Diego, cuando ante la misma pregunta, da la espalda a los imputados y
manifiesta el orgullo por su madre desaparecida, docente en la Escuela Normal.
Finaliza, pausado en su recuerdo memorioso, destacando lo creativa, rebelde e
innovadora que era su madre para las prácticas pedagógicas del momento. “Su idea era trabajar en grupos, algo
impensado para la época”, expresa.
La
respuesta a la pregunta que da cuenta de la finalización del testimonio, pone
en cuestión, entre tantos otros temas, la relación entre esa fuerza
instituyente que está y se requiere siempre, como reclamo y superación de lo
instituido. Así lo reconoce la dinámica del cambio social, pero también del
cambio político-cultural.
Bienvenida
entonces la pregunta, que opera tanto
sobre las condiciones materiales del Juicio y sus requerimientos jurídicos,
como en la constitución del mundo interno y colectivo de quien testimonia.
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